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¿Se ha preguntado alguna vez si realmente la miel no se estropea nunca? Esta teoría es una de las más populares de todas, y seguro que mucha gente ha oído que es uno de los pocos alimentos naturales que nunca pierde su vida útil. La probabilidad de creerlo es aún mayor, ya que la miel no pierde su consistencia, ni siquiera después de mucho tiempo. Pero, ¿es esto realmente cierto?
Contrariamente a lo que se ha compartido durante años, la miel se estropea como cualquier otro alimento. Según el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento, su vida útil es de unos dos años y, en lugar de comprometerse como otros elementos, fermenta, aunque mucho más lentamente.
La razón de su larga conservación es que este alimento se considera poco apto para la supervivencia de la mayoría de los microorganismos. Con cerca de un 80% de azúcar y entre un 17 y un 22% de humedad, se inhibe la proliferación de los microbios que harán que un alimento se estropee.
Para saber más sobre este alimento, consulte a continuación más detalles que explican cómo se estropea realmente la miel.
Ver también: 7 lugares extraños y misteriosos que se han visto en Google Earth¿Es cierto que la miel nunca se estropea?
La teoría de que la miel nunca se estropea se basa en el sistema 80/20 del que ya hemos hablado: 80% de azúcar y 20% de agua.
Como el azúcar es higroscópico, es decir, absorbe la humedad del aire con mucha facilidad, también puede deshidratar las bacterias al succionar el agua de los organismos, y es increíblemente difícil que cualquier cosa que pueda dañar la composición se reproduzca o incluso exista en el líquido dorado.
Asimismo, la miel también es extremadamente densa, lo que asfixia a las bacterias y les impide encontrar el oxígeno que necesitan para evolucionar. Por si fuera poco, este alimento sigue siendo muy ácido, otra característica que lo hace inhóspito. Con un pH de aproximadamente 3,91, puede ser más ácido que el zumo de naranja, por ejemplo.
Incluso con defensas tan importantes, la miel puede estropearse. Si no se cosecha y procesa con eficacia, o si los responsables de su producción no tienen el cuidado necesario con la higiene, puede fermentar más rápidamente, formando vinagre o alcohol.
El alimento adquiere un olor alcohólico, un sabor agrio e incluso espuma. Su envejecimiento se acelera cuando se expone a la humedad, la luz y el calor. Todos estos factores son perjudiciales y contribuyen a reducir su larga vida útil.
¿Es malo consumir miel caducada?
Las complicaciones derivadas de la ingestión de miel fermentada o "estropeada" no son muy frecuentes, pero eso no significa que no existan. Por ejemplo, es posible desarrollar gastroenteritis: una inflamación del tracto gastrointestinal, que puede causar dolor abdominal, vómitos y diarrea.
Ver también: ¿Puesta de sol o atardecer? No vuelvas a equivocarteAdemás, existe el riesgo de botulismo, que es una enfermedad neuroparalítica grave. Esta afección provoca la parálisis de los músculos respiratorios y, en consecuencia, la muerte. Esto ocurre cuando actúa una toxina producida por la bacteria Clostridium botulinum, y aunque la miel tiene elementos que dificultan la proliferación de microorganismos, esta bacteria específica puede existir incluso en los alimentoscomida enlatada.
Esta afección es poco frecuente y se observa con mayor frecuencia en niños de hasta 26 semanas de edad. Es responsable del 5% de los casos de muerte súbita en bebés lactantes y, por este motivo, el Ministerio de Sanidad no recomienda la ingesta de miel en niños menores de un año.
A pesar del peligro, tomar algunas precauciones puede garantizar que la miel pueda seguir consumiéndose sin mayores problemas. Por ejemplo, la regla número uno es no consumirla después de la fecha de caducidad. E incluso si está dentro de la fecha de caducidad pero no parece apta para el consumo, basta con fijarse en su aspecto. La miel no debe tener burbujas, ni tampoco un sabor y olor extraños.
Sin embargo, si está cristalizado, no hay que preocuparse, ya que esto indica que es puro, por lo que puede calentarse al baño maría y volver a su estado original sin peligro de fermentación.